Mario Vargas Llosa planteó una serie de preceptos dirigidos a los novelistas principiantes. Veamos estos quince mandamientos. Siempre hay algo que aprender.
1) Sólo quien entra en literatura como se entra en religión, dispuesto a dedicar a esa vocación su tiempo, su energía, su esfuerzo, está en condiciones de llegar a ser verdaderamente un escritor y escribir una obra que lo trascienda.
2) No hay novelistas precoces. Todos los grandes, los admirables novelistas, fueron, al principio, escribidores aprendices cuyo talento se fue gestando a base de constancia y convicción.
3) La literatura es lo mejor que se ha inventado para defenderse contra el infortunio.
4) En toda ficción, aun en la de la imaginación más libérrima, es posible rastrear un punto de partida, una semilla íntima, visceralmente ligada a una suma de vivencias de quien la fraguó. Me atrevo a sostener que no hay excepciones a esta regla y que, por lo tanto, la invención químicamente pura no existe en el dominio literario.
5) La ficción es, por definición, una impostura -una realidad que no es y sin embargo finge serlo- y toda novela es una mentira que se hace pasar por verdad, una creación cuyo poder de persuasión depende exclusivamente del empleo eficaz de unas técnicas de ilusionismo y prestidigitación semejantes a las de los magos de los circos o teatros.
6) En esto consiste la autenticidad o sinceridad del novelista: en aceptar sus propios demonios y en servirlos a la medida de sus fuerzas.
7) El novelista que no escribe sobre aquello que en su fuero recóndito lo estimula y exige, y fríamente escoge asuntos o temas de una manera racional, porque piensa que de este modo alcanzará mejor el éxito, es inauténtico y lo más probable es que, por ello, sea también un mal novelista (aunque alcance el éxito: las listas de bestsellers están llenas de muy malos novelistas).
8) La mala novela que carece de poder de persuasión, o lo tiene muy débil, no nos convence de la verdad de la mentira que nos cuenta.
9) La historia que cuenta una novela puede ser incoherente, pero el lenguaje que la plasma debe ser coherente para que aquella incoherencia finja exitosamente ser genuina y vivir.
10) La sinceridad o insinceridad no es, en literatura, un asunto ético sino estético.
11) La literatura es puro artificio, pero la gran literatura consigue disimularlo y la mediocre lo delata.
12) Para contar por escrito una historia, todo novelista inventa a un narrador, su representante o plenipotenciario en la ficción, él mismo una ficción, pues, como los otros personajes a los que va a contar, está hecho de palabras y sólo vive por y para esa novela.
13) El de las novelas es un tiempo construido a partir del tiempo psicológico, no del cronológico, un tiempo subjetivo al que la artesanía del novelista da apariencia de objetividad, consiguiendo de este modo que su novela tome distancia y diferencie del mundo real.
14) Lo importante es saber que en toda novela hay un punto de vista espacial, otro temporal y otro de nivel de realidad, y que, aunque muchas veces no sea muy notorio, los tres son esencialmente autónomos, diferentes uno de otro, y que de la manera como ellos se armonizan y combinan resulta aquella coherencia interna que es el poder de persuasión de una novela.
15) Si un novelista, a la hora de contar una historia, no se impone ciertos límites (es decir, si no se resigna a esconder ciertos datos), la historia que cuenta no tendría principio ni fin.
domingo, 31 de diciembre de 2006
Quince mandamientos según M Vargas Llosa
Publicado por gmmweb en 12/31/2006 06:35:00 p. m. 1 comentarios
sábado, 30 de diciembre de 2006
ALMUERZO DE RELOJ
Le retiraron el plato de la mesa. Unos minutos después se encontraba saboreando el postre. Al terminarlo pregunto la hora. Le dijeron que no se preocupara. Tenés tiempo pibe, dijo uno y la voz retumbó como eco insaciable. Ordenó otra porción de la torta glaseada con chocolate. Relajado disfrutó de cada bocado. Había devorado media porción cuando un tipo robusto le tomó bruscamente del brazo. Le miró con una sonrisa tétrica, ominosa. Enseñó sus dientes y, borrando todo mote de complicidad, le dijo que la silla le aguardaba.
Gastón M. Motta
Publicado por gmmweb en 12/30/2006 07:51:00 p. m. 0 comentarios
martes, 26 de diciembre de 2006
TAL VEZ UN BIG-BANG
TAL VEZ UN BIG-BANG
La explosión alarmó a los vecinos. Un claro anuncio de que algo andaba mal. Ese “algo”, presagio vano, triste forma de un posible devenir, se esfumó antes de poder nacer. Una gran llamarada, semejante a una constante erupción volcánica, barrió las atónitas expresiones libres de preocupación. Cuando por fin, días mas tarde, todo se hubo disipado no quedaban ni las cenizas de lo que alguna vez fue.
Bajo el célebre cielo raso y, entre las paredes pintadas de un celeste senil, tronó un grito ensordecedor. El eco de una voz retumbante se ahogaba en si misma, impecable, en un cuarto de terrible acústica. Con la potencia de infinitos cañones, extinguiendo docenas de especies, se había disparado del culo de Omar una extraña bola de fuego. Omar no alcanzó a comprender, nadie lo había hecho. Esa bola de fuego le había desgarrado por completo la pared intestinal. De no haberse producido la mayor explosión en la historia del mundo, le habría provocado semejante hemorragia interna que hubiese muerto de todas formas. Y Tal vez se hubiera preguntado, en sus últimos y agonizantes minutos de vida, al sostener los intestinos entre sus suaves y delicadas manos, qué fue lo que había comido aquella tarde.
La explosión alarmó a los vecinos. Un claro anuncio de que algo andaba mal. Ese “algo”, presagio vano, triste forma de un posible devenir, se esfumó antes de poder nacer. Una gran llamarada, semejante a una constante erupción volcánica, barrió las atónitas expresiones libres de preocupación. Cuando por fin, días mas tarde, todo se hubo disipado no quedaban ni las cenizas de lo que alguna vez fue.
Bajo el célebre cielo raso y, entre las paredes pintadas de un celeste senil, tronó un grito ensordecedor. El eco de una voz retumbante se ahogaba en si misma, impecable, en un cuarto de terrible acústica. Con la potencia de infinitos cañones, extinguiendo docenas de especies, se había disparado del culo de Omar una extraña bola de fuego. Omar no alcanzó a comprender, nadie lo había hecho. Esa bola de fuego le había desgarrado por completo la pared intestinal. De no haberse producido la mayor explosión en la historia del mundo, le habría provocado semejante hemorragia interna que hubiese muerto de todas formas. Y Tal vez se hubiera preguntado, en sus últimos y agonizantes minutos de vida, al sostener los intestinos entre sus suaves y delicadas manos, qué fue lo que había comido aquella tarde.
Gastón M. Motta
Publicado por gmmweb en 12/26/2006 03:57:00 a. m. 0 comentarios
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